Uno de mis pasatiempos favoritos durante la pandemia han sido las conversaciones semanales con dos nuevos amigos. A través de Conversation Exchange (conversionexchange.com), he podido practicar francés con Michel y español con Sebastian.
Michel es un francés que vive en el sur de Francia. Antes de jubilarse recientemente, fue flautista en la Orquesta Regional de Montpelier, una ciudad a unas 60 millas de distancia. También es instructor de vuelo. Le encanta aprender a hablar inglés y él y yo lo pasamos bien corrigiendo los errores del otro.
Sebastián es un hombre más joven que vive en Buenos Aires, Argentina. Trabaja en la división financiera de una empresa de seguridad de software. Sebastian tiene varios otros “amigos de idiomas” en los EE. UU. Porque está tratando de aprender a hablar inglés al estilo estadounidense.
Con mis compañeros de idiomas, no tenemos miedo de señalar los errores que cada uno de nosotros comete. Esto a menudo conduce a discusiones muy divertidas. Tanto con Michel como con Sebastian, la conversación fluye libremente; no hay un guión ni una lección predefinida.
Nuestros tres idiomas están llenos de expresiones que a menudo no se traducen bien de uno a otro. Disfrutamos explicando el origen de estas expresiones y su uso correcto. También tratamos de enseñarnos unos a otros a conversar más como hablantes nativos en lugar de sonar como si estuviéramos recitando listas de vocabulario. Por ejemplo, la semana pasada les dije que en una conversación normal usamos palabras como “wanna” (“quiero”), “gonna” (“voy a”) y “gotta” (“tengo que”).
Además de practicar un idioma extranjero, es interesante notar cómo la lengua materna de uno es tan rica en vocabulario y modismos. Ahora, cuando hablo en inglés, soy mucho más consciente de la complejidad de nuestro idioma.
Cuando hablo en inglés, soy much mas consciente de la complejidad de nuestro idioma.
He hablado con Sebastian de que el inglés debe ser un idioma muy difícil de aprender. Dado que el español es un idioma casi completamente fonético, a menudo he dicho que la mayoría de los angloparlantes piensan que el español sería un segundo idioma fácil. Se apresura a señalar que la gramática española está llena de reglas complejas con muchos tiempos y estados de ánimo diferentes (como el indicativo y el subjuntivo). Se queja de que se necesita mucha memorización para recordar cómo pronunciar palabras deletreadas de manera similar como “cough”(“tos”), “rough” (“tosca”), “dough” (“masa”) y “bough” (“rama”). Luego le recuerdo lo difícil que es aprender los géneros de palabras nuevas.
La semana pasada tuvimos una experiencia interesante. Los tres acordamos tener una llamada de Zoom. Lo hicimos principalmente en inglés, pero como Michel entiende español, conversamos en español también durante unos minutos. Fue muy divertido conectar tres continentes mientras compartíamos nuestra pasión mutua por aprender idiomas extranjeros.